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Os voy á referir lo que yo misma he visto, pues el precepto sin el ejemplo no convence gran cosa.
Conocí á una mujer muy bella y que poseia una fortuna más que regular; su marido la amaba, y era madre de dos hijos que adoraban los dos.
Todas sus amigas envidiábamos á aquella mujer; en su casa sólo habia delicias; la paz, la alegría, moraban a
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