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La resignacion es otra de las armas mejores, y á la vez una de las santas coqueterías de la mujer.
No es la falta de sentimiento; es el sentimiento mismo, domado, suavizado, embellecido, por decirlo así, con la dulzura y la paciencia.
No hace mucho tiempo que reconvenia yo á un hombre de mérito que, casado con una bella jóven, hacía la córte
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