Un libro para las damas
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Chapter 3 No.3

No hace muchos dias que me hallaba yo por la noche en casa de una se?ora, que tiene dos hijas encantadoras.

La mayor, llamada María, cuenta diez y seis a?os, y es perfectamente bella, y ademas un ángel de bondad y de dulzura.

La segunda, nombrada Isabel, es mucho ménos bonita y su aspecto es constantemente triste y desapacible.

La madre prefiere á la mayor, y, fuerza es confesarlo, hay muchas personas que la prefieren tambien.

La noche de que voy hablando me fijé con más atencion que de costumbre en la expresion del semblante de Isabel, y hallé en ella alguna cosa de acre, de amargo y triste.

--?Qué tiene? le pregunté á su madre, mostrándola á la pálida ni?a, que muda é inmóvil permanecia en un rincon.

--Tiene celos de su hermana mayor, me respondió.

--?Celos! repetí, eso no puede ser; los celos son hijos del amor; si estas dos ni?as tuvieran otra edad, y amáran al mismo hombre, podria decirse que Isabel tenía celos de María. Así es imposible.

--?Acaso los celos sólo pueden nacer del amor?

--Sólo: no habiendo amor no hay celos: lo que Isabel siente es envidia.

--?No es la misma cosa?

--No, se?ora; en los celos hay cierta nobleza y cierta abnegacion; en la envidia todo es peque?o y miserable; pero la envidia puede curarse, y la curacion de los celos es muy difícil, si no imposible.

            
            

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