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De esta suerte Mme. Sta?l llevó hasta más allá de la tumba su admirable amor filial, y este sentimiento es acaso el que, tanto como su talento literario, ha hecho inmortal su nombre.
Desde la muerte de su padre, la Baronesa de Sta?l se dejó dominar por una profunda melancolía. Ni el amor de sus hijos, ni un casamiento más feliz que el primero, n
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