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Mauricio llevaba cada dia á la solitaria un ramo de flores, y al dia siguiente las veia prendidas en sus cabellos y en su cintura, como para aspirar hasta sus últimos perfumes.
Un dia dijo Dolores:
--Entre usted.
La puerta se abrió y los dos amantes se sentaron frente á frente: en el fondo de la estancia, oscura y triste, los dos ancianos
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