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-Oh, qué lindo es ver a alguien más, por favor, ven a hacer compañía a esta pobre vieja unos minutos, puedo prepararte un rico té.- dijo con cuidado y amabilidad, al ver que no respondía, se dio la vuelta e ingreso a aquella cabaña.
Parecía el cuento de Hansel y Gretel, pero el té me pudo más. Con un poco de duda, la seguí hacia el interior. La cabaña era tan cálida, un hogar de leña en el fondo iluminaba levemente el ambiente, el fuego del mismo brindaba un confortable calor.
-Siéntate querida, te haré un poco de té. No vayas a querer hablar mucho niña.-dijo con una leve risita, señalando una redonda mesa con cuatro sillas se burlo de mi silencio.
-Eh, yo lo siento. No estoy acostumbrada ¿vive usted sola?- pregunte mientras me sentaba en una de las sillas. La adorable viejita me daba la espalda, mientras hacia el famoso Té.
-No querida, tengo la "amable" compañía de dos "adorables" hombres. Están durmiendo, no soy muy madrugadores.- habló, haciendo demasiado énfasis en las palabras amable y adorables.
Una histérica risa se me escapó, ¿Sola con dos hombres? ¿Cómo hace para aguantarlos? Dios mío...
-¿Son familia? Supongo que sí, señora.- dije por pura cortesía
-Ojala tuviera familia querida... ¿Cómo es tu nombre?- preguntó la anciana.
Sola, con dos hombres, que encima, no son su familia, oh por dios.
-Lhea.- logre articular, el asombro era difícil de ocultar.
Se acercó con una humeante taza, y la puso enfrente de mí, sentándose en uno de los asientos. La observe y analice, sus rasgos llamaban mi atención, pelo blanquecino, piel morena y unos llamativos ojos azules, parecía muy sabia, me recordaba mucho a las típicas abuelas que te esperan todos los domingos en casa, entras flaco y sales gordo.
Gracias a mi madre, aprendí que a todas las personas se las lee atreves de los ojos, los ojos son la puerta del alma. Por lo que puedo ver, esta mujer es muy astuta, sus ojos brillan de perspicacia, obviamente ella no perdía pisada y estaba analizándome también.
Agarre la taza y tomé un sorbo de té, el líquido bien recibido calentó todo mi cuerpo y me dio más coraje para hablar.
-Señora, sin ofender ¿Cómo hace usted para soportar a dos hombres?- al parecer lo tomó como una broma, porque estallo a carcajadas.
-Créeme, es muy difícil, mas con sus personalidades. Lo entenderás cuando los conozcas, son todos unos personajes.- dijo sonriendo, mientras negaba con la cabeza. Era notable el cariño que sentía hacia ellos.- y por favor, dime Rose.
Asentí con la cabeza y sonreí, automáticamente esa mujer me agrado. Estar con ella, era como estar en familia, cálida y armoniosa. Su vibra me daba calidez como una abuela.
Como siempre quería más, quería saber más sobre ella. Respire profundo y proseguí con mi tarea.
-Por favor rose, me cuentas como los conociste, quiero saber más sobre ti. Disculpa mi atrevimiento pero es que mi curiosidad me gana siempre.- instantáneamente me puse como un tomate, ya que me di cuenta de lo descarada que estaba siendo.
-Eres tan ávida de información chiquilla, me gusta. Sus nombres son Adam y Joseph, es lo único que te puedo decir, son muy amables si llegas a conocerlos, y sobre todo, entenderlos.-Su fija mirada me estudiaba, analizándome.- Sinceramente, pareces una niña perdida Lhea, así que dime, ¿Cuál es tu camino?.
¿Mi camino? ¿Matar cambiantes, sobrevivir? No sabía que responder, su pregunta realmente movió algunas piezas en mi mente que no quería tocar. Una profunda voz llamo mi atención.
-¿Otra vez con tus sermones de cuarta rose? No asustes a la gente, eres realmente una anciana escalofriante.