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Con febril impaciencia aguardó D. Fadrique el plazo que el padre le había pedido.
No hay plazo que no se cumpla, y dicho plazo se cumplió al cabo. Cumpliéronse también los pronósticos del Padre. D. Valentín salió aquel día muy de ma?ana con el aperador para ir á la casería, de donde no pensaba volver hasta la noche.
El Comendador, que lo espi