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Clara había vuelto á salir de paseo con Lucía y acompa?ada del
Comendador y de Do?a Antonia; pero Clara estaba cambiada.
Su palidez y su debilidad eran para inspirar serios temores. Su distracción continua asustaba también al Comendador. Cuando éste le dirigía la palabra, Clara se estremecía como si la sacasen de un sue?o, como si cortasen el