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La familia de Solís continuaba incomunicada con sus vecinos.
Sólo entraban en aquella casa D. Casimiro y el fraile. éste, á pesar de sus consejos, había sabido ingeniarse, volver á la gracia y recobrar la confianza de aquella adusta se?ora. No es tan llano desechar á un director espiritual, á quien se tiene por santo ó poco menos, aunque este di