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La lectura de escrito tan melancólico aguó el contento del paseo del
Comendador y de su sobrina. Apenas se hablaron ya hasta volver á casa.
Aquella crisis repentina del alma de Clara puso á D. Fadrique taciturno.
Las ideas que acudían á su mente no eran para reveladas á su sobrina.
Pensaba el Comendador que el perpetuo roce del espíritu