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El alma humana tiene una gran necesidad de blancura. Desde que lo blanco se oscurece, la desdicha empieza.
La práctica y conciencia de todas las virtudes, la posesión de las mejores cualidades, la arrogancia de los más nobles sacrificios, no bastan a consolar el alma de un solo extravío.
Ni a las mujeres está bien eso de cubrirse la frente, d