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Corrieron buen espacio desalados, creyendo que los seguían. El que primero se cansó fue Andrés.
-Es inútil correr-dijo poniendo una mano en el hombro de Rosa para detenerla.-Nadie nos sigue.
Volvió la aldeana hacia atrás el rostro, donde aún se pintaban el terror y la zozobra, escuchó con atención un rato, y cerciorándose de que su padre no l