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Transcurrieron algunos días. El enojo de D. Jaime por el desaire recibido fue creciendo. En su interior no daba toda la culpa a Rosa; hacia partícipe a su hermano por haber tolerado el galanteo de Andrés una porción de meses con se?ales de no disgustarle. Después, pensaba que Tomás no había hecho lo bastante por complacerle, no había obrado con suf