En seguida de esta escena, cuyas consecuencias amenazaban ser trágicas, la mayor parte de los invitados se eclipsaron discretamente; los vecinos de la campa?a tomaron sus carruajes, precipitadamente, y los otros el tren de la tarde para irse a París. En el castillo, sólo quedaron los amigos más íntimos. El capitán había sido, naturalmente, el prime