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Chapter 5 No.5

Consciente de que tal vez, estas sean sus últimas horas de libertad en mucho tiempo (Tal vez a?os) Isis se pone de pies con la poca dignidad que le queda en el cuerpo y se dirige a su closet, desempolva el traje más lujoso, y el más corto que tiene, se desnuda enfrente del espejo, y se lo coloca como si se preparara para una ceremonia de iniciación, como si se preparara a hacer un viaje al interior de la tierra para rectificar la piedra oculta. El traje, al igual que todo el piso de su peque?o apartamento, está adornado con un mosaico a cuadros blancos y negros.

La prenda de vestir está fabricado con lycra, así que, toda su figura, cada curva de su cuerpo, queda subrayada dejando muy poco a la imaginación. Ya para finalizar su acicalamiento, del rincón más oscuro del closet, Isis, saca un velo color blanco y se lo coloca.

- Ya no me importa nada – Se dijo a sí misma – Solo me importas tú... - Pinta una M con su dedo en el espejo. A través del espejo ve la puerta del ba?o entre abierta y se dice frunciendo su ce?o: Hoy no me ba?are.

Hoy Isis decide no maquillarse, no le hace falta, su angelical rostro se ve mejor al natural. Tampoco se ba?ara, pues, el olor de sus feromonas es más dulce que el del cualquier jabón o perfume francés. Isis, hoy tampoco no se peinara, pues su cabello parece tener memoria y sabe que debe caer alrededor de su bello rostro como agua bajando por una cascada.

Después de la sentencia de la Ea, Isis solo tiene un pensamiento recorriendo su mente; Michael, su novio. Hoy a la hora del almuerzo ella hará todo lo posible por escuchar por primera vez (Y tal vez última) la voz de su novio.

Michael.

La ciudad de Los ángeles ha perdido el brillo y el glamur que otrora tenia. Las celebridades que se pavoneaban por las grandes boutiques y las alfombras rojas han desaparecido, los paparazzi que las rondaban como hordas de mosquitos sedientas de sangre se han desvanecido. Cuentan las leyendas urbanas que la mayoría de las celebridades murieron de pena moral cuando el gobierno decreto que toda forma de arte era perjudicial para el orden público, por considerarlo una expresión de individualismo inaceptable para el bien común.

- No hay lugar para el arte y los artistas en una colmena - vociferó Henry Rochfalls III ante el congreso el día en el que se prohibió toda forma de expresión producto del intelecto humano. Los artistas, a?adió, le dan una idea errada a la población. Porque la gente va tras sue?os que ya no pueden, ni deben ser solventados por el sistema. El individualismo ha muerto, aunque nos pese, pero es así... murió aquel día en el que pusimos nuestras ambiciones individuales por encima de nuestra madre naturaleza... Concluyó tajante. El congreso se deshizo en aplausos al escuchar a Henry decir esto. Su hija, Loraine, quien estaba detrás de él, aplaudía algo molesta frunciendo su ce?o.

Muchas de las celebridades fueron perseguidas por los Arcontes y enviados a centros de "relajación" como San Quintín; otrora centro de reclusión de ladrones, violadores y asesinos. Los artistas que tuvieron algo de suerte pudieron huir hacia al sur, países como; Venezuela, Brasil, Ecuador, Bolivia o Argentina los recibieron con los brazos abiertos. Claro, la alegría les duro poco, cuando los tentáculos del imperio se esparcieron por todo el mundo como fuego sobre gasolina derramada, no les quedo otra que someterse, o ser sometidos a la fuerza.

- Tal vez en un futuro... - Continuó Henry su discurso - ...Cuando la situación este estabilizada, y la crisis sea cosa del pasado, las artes podrán emerger y reclamar el sitial de preferencia del cual han gozado siempre en la sociedad humana.

Esto nunca pasó, las artes nunca volvieron. Lo peor es que la gente ya no sabe el significado de arte, ya no se les ense?a. Los colegios y escuelas no son más que centros de adoctrinamiento para la masa sucia, como la define Henry en sus círculos más privados y familiares. La gente ya no sabe que es una pintura, una novela, o un guion, porque la orden fue; borrar todo vestigio del arte de la historia o del imaginario público, de la misma forma que fue borrado Akenatón; el faraón del disco solar, por los sacerdotes el día de su muerte, pues el osado faraón trato de implantar una revolución que no gusto al statu quo que por aquellos días reinaba en el poderoso imperio Egipcio.

- Les prometo...- Digo Henry, al finalizar su famoso discurso -...Que el espíritu humano no sufrirá. Y aunque estas palabras retumbaron como si fueran las trompetas del apocalipsis, Henry no pudo estar más equivocado. El espíritu humano no solo sufrió, murió.

La mayoría de la gente que camina por las calles de Los ángeles, son latinos; centroamericanos o suramericanos, y uno que otro espa?ol. Los Anglosajones perdieron la batalla por la reproducción, la mayoría de ellos se mudó a ciudades del norte, como Chicago, Nueva York o Washington, e incluso a ciudades del norte de Europa.

Michael es uno de los pocos sajones que se quedaron, su padre era un intransigente sure?o que nunca quiso dejarle su territorio a la minoría emergente.

Sin mucho esfuerzo la cabeza de Michael es visible desde muy lejos, pues es un hombre muy alto de rizos dorados que brillan con el sol. Viste una chaqueta de cuero café ce?ida a su cuerpo con su nombre y su número de registro (66650044) en la parte izquierda, sobre su corazón. Un pantalón color caqui y unas botas negras completan su pinta. Claro está, su ropa no fue elegida por él. El gobierno obliga a sus ciudadanos a vestirse de esa forma cuando transiten por las calles o estén en sus trabajos. Y vigila el estricto cumplimiento de esta norma con máquinas muy modernas que espían desde cualquier rincón, tales como; drones de todos los tama?os que sobrevuelan la cuidad formando cuadriculas con sus estelas de condensación, y micrófonos, tan peque?os que hacen parecer la punta de una aguja, un enorme grano de arroz.

                         

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